El pozo de Santa Cruz del
Sil, donde hace 17 días que permanecen encerrados los ocho mineros que en el
Bierzo son el símbolo de la lucha en defensa del carbón, vivió ayer uno de sus
días más emotivos. Cerca de medio millar de personas -encabezadas por 50 niños
de entre 3 y 12 años del colegio de Matarrosa del Sil- recorrieron tres
kilómetros de marcha solidaria, los mismos que separan esta pedanía de la
bocamina que se ha tragado a los ocho mineros. Lo hicieron aún bajo una intensa
e inoportuna lluvia que comenzó a caer con el primer paso y no cesó hasta que,
ya unidos a quienes les esperaban frente al pozo, entonaron el Santa Bárbara bendita, el himno del Bierzo minero.
Vecinos de toda la cuenca Fabero-Sil
recibieron a los participantes en la marcha con aplausos y al grito de «¡Aquí
están, estos son, el futuro del carbón!». Juntos sumaban casi 600 personas con
un único fin: hacerse oír, hacerse entender. Fue el pedáneo de Matarrosa,
Sergio Caballero, quien rompió el silencio que acabó ahogando los aplausos. Él
fue la voz de todos los allí congregados, entonando un discurso que llenó no
pocos ojos de lágrimas. «Lo único que queremos es luchar por lo que es nuestro,
por lo que nos pertenece, que no es otra cosa que trabajar en las minas. No van
a acabar con nosotros, están equivocados si creen que vamos a rendirnos. La
lucha continua porque queremos vivir en paz en nuestra tierra», gritó.
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