La lucha de
los mineros de Laciana y de otras comarcas de esta comunidad, vuelve a ser
noticia. Cuando se cumplen 20 años de la marcha negra de los mineros a Madrid,
las cuencas reviven su habitual conflicto con el Gobierno, como si fuera fiesta
cíclica de aquellas que tanto gustaban a Julio Caro Baroja. No voy a
profundizar sobre este asunto, porque cada uno debe hablar de lo que sabe y la
minería tiene galerías demasiado oscuras para un profano; como tuvo que ser
para Julio Fuentes en 1992, cuando el diario El Mundo le encargó la crónica de aquel viaje de más de 400 mineros
(con sus mujeres), camino de la capital. El Club Xeitu de Villablino, atento a
los sucesos de Laciana, acaba de editar un libro con la narración del
periodista sobre la protesta de este colectivo que vive siempre bajo la amenaza
de una muerte anunciada. Arrancaba su crónica señalando que aquella marcha era
“un acto heroico y desesperado, aunque para León y Laciana es un hecho
histórico”. Fueron 16 días andando, a una media de 30 kilómetros
diarios, a través de 467
kilómetros de carretera, que a los mineros y sus
familias solo mantenía el espíritu de la razón y la justicia, como ahora veinte
años después.
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